Carta al rey Felipe IV del obispo de Cebú, 1635
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Aunque ya tengo una edad muy avanzada y estaba muy contento en mi obispado de la ciudad del Santísimo Nombre de Jesús (que comúnmente se llama Cebú ), me vi obligado a dejar mi quietud a causa de la muerte del arzobispo de Manila, don Fray García Serrano, lo que ocurrió hace más de seis años, para venir a gobernar este arzobispado de Manila durante el período de su vacancia, como tal le ordenó Su Santidad Pablo V, en bula que dio a petición de Vuestro Padre de Majestad (¡a quien el Santo Paraíso guarde!), disponiendo que el obispo principal de Filipinas viniera a gobernar la iglesia de Manila durante tres vacantes en esta sede metropolitana. Así me tocó la suerte de venir; y la urgencia con que el gobernador y la Audiencia me rogaron que viniera no me dio lugar a excusas, ni a representar mis indisposiciones y avanzada edad.
Durante el tiempo que llevo en este gobierno ha habido gran paz y armonía entre los poderes eclesiástico y civil; y siempre nos hemos esforzado en promover la causa de nuestro Señor y el servicio de Vuestra Majestad, como todos estamos obligados a hacerlo. No he salido del gobierno hasta ahora, que vinieron las bulas de este arzobispado por don Fray Hernando Guerrero; porque aunque tenía decreto de Vuestra Majestad, las bulas, como digo, no habían llegado, y yo estaba gobernando por bula de Su Santidad, con decreto de Vuestra Majestad. Habiendo consultado sobre ello con hombres eruditos, teólogos y juristas, sobre si podía entregar el gobierno del arzobispado a don Fray Hernando Guerrero, todos me aconsejaron negativamente, y cargaron mi conciencia.
Finalmente, el Señor ha tenido a bien relevarme de ese cargo, y dejarme la antigua responsabilidad de mis propios fracasos; y, en consecuencia, regreso allá con mucho gusto y felicidad, para terminar mis días entre mi pueblo (los cebuanos), ayudándolos en lo que pueda; porque han sufrido mucho en estos años de los enemigos de Mindanao y de Jolo, que son muy poderosos, y que hacen grandes incursiones con sus flotas, quemando aldeas, incendiando iglesias, destruyendo imágenes y capturando muchos indios. Especialmente el año pasado esos enemigos se mostraron con la mayor insolencia ; con lo cual el gobernador don Juan Cerezo Salamanca se vio obligado a aplicar el único remedio que creíamos que había, a saber, construir un fuerte en Samboanga , en tierra de Mindanao, que sirviera de freno a ambos enemigos.
Ese fuerte se inició cuando llegó don Sebastián Hurtado de Corcuera para gobernar estas islas. Enterado de la conveniencia de aquella obra, determinó enviarla , porque su beneficio es grande y su costo para el tesoro real es pequeño; y aun así se espera que sea de gran ventaja dentro de algunos años, porque esos enemigos estarán obligados a pagar tributo a Vuestra Majestad— y, de hecho, pueblos enteros ya han comenzado a entrar en obediencia de Vuestra Majestad . Espero que ellos también entren en la obediencia de nuestra Majestad [es decir, de Dios ]. Para ello he entregado y confiado los asuntos espirituales de aquellas islas a los padres de los Sociedad ( jesuitas ) , para que con su excelente método de proceder y su gentileza sigan atrayendo y convirtiendo a los naturales, que son muy numerosos . Ya se han puesto manos a la obra, aunque el número de súbditos (sacerdotes) que tienen es poco ; porque los de esta orden (jesuitas) vienen muy pocas veces, y tienen mucho que atender, y cada día tienen más. Porque yo, sólo durante el tiempo durante el cual goberné el arzobispado de Manila, en consideración al bienestar de los indios y a la devoción y método eficiente de administración que los de la Sociedad conservan entre ellos en todas partes, les he confiado nuevas publicaciones. Tanto en la isla de Negros como en la de Mindoro, además de los cristianos viejos, tienen tres o cuatro mil paganos a quienes atender; y ya están bautizando a éstos, además, a los dichos paganos de Mindanao, que son muchos miles .
En consecuencia, solicito a Vuestra Majestad dos cosas: una ( 1. ) que Vuestra Majestad se complazca en confirmarlos en la dicha misión de Mindanao, porque los obispos se la han confiado solo a ellos durante muchos años (como yo también), a través de expectativa de grandes resultados en la conversión, por medio de los dichos padres de la Compañía de Jesús ; la otra, ( 2. ) que Vuestra Majestad envíe buenos refuerzos de los súbditos de esa orden (jesuitas), para que puedan atender a todo. Creo que un buen refuerzo serían unos cuarenta (40) , si la mayoría son sacerdotes , que puedan comenzar inmediatamente a instruir .
Que nuestro Señor conserve la persona real de Vuestra Majestad, como todos los reinos necesitan, y como yo, el más pequeño de los capellanes de Vuestra Majestad, ruego en mis sacrificios y oraciones. Manila, diecisiete de octubre de mil seiscientos treinta y cinco .
( Webmaster: 17 de octubre de 1635 - 4 meses después de iniciada la construcción del Fuerte San José el 23 de junio de 1635 )
FRAY PEDRO ,
Obispo del Santísimo Nombre de Jesús (Cebú)
Relaciones Iglesia-Estado en Filipinas durante el período colonial español: un libro de consulta
por: PhilippineHistory.net
(Fuente: Blair & Robertson, The Philippine Islands, volumen 25, págs. 104-107)